Lucerna y las ruinas romanas de Augusta Raurica


 Al día siguiente nos levantamos a las seis de la mañana. En vacaciones siempre madrugamos para aprovechar al máximo el día. Desayunamos y directos al coche. Hoy haremos una excursión de unos 200 km. El destino es Lucerna, el corazón de Suiza. Aprovechando que Colmar se encuentra muy cerca de la frontera con Suiza y Alemania las excursiones de estos días serán muy variadas.


Llegamos a Lucerna sobre las diez de la mañana. Aparcamos en un parking cubierto y nos dirigimos hacia el centro, en busca del famoso puente de madera que une ambos márgenes de la ciudad. Lucerna está bañada por el lago de los Cuatro Cantones y a lo lejos se pueden contemplar los montes Pilatus y Rigi, dos de las montañas más altas de los Alpes suizos.

No nos cuesta encontrar el Kappellbrücke (Puente de la Capilla). Primero tropezamos con la Franziskanenkirche (iglesia de Sant Franciscus de Assisi). Construido entre 1666 y 1667, es el edificio barroco más antiguo de Suiza. Tras las fotos oportunas al puente desde sus diferentes ángulos, entramos en el puente de madera cubierto más antiguo de Europa. El Kappellbrücke fue reconstruido después de un trágico incendio que se produjo en el año 1993 y que lo destrozó en su mayor parte. Caminamos bajo sus trabajados relieves de madera grabados en el artesonado del techo, y contemplamos la Wasserturn, la torre octogonal que emerge del agua, bastión de la fortificación del siglo XIII, donde se guardaban las arcas de la ciudad.

Ya en el otro lado, paseamos por el centro antiguo, por su Altes Rathaus (antiguo Ayuntamiento), construido entre 1602 y 1606 por Anton Isenmann. Su fachada refleja la influencia del estilo renacentista florentino, mientras que el tejado de cuatro aguas es propio de la tradición autóctona. Encontramos la colorida plaza Weinmark. Cruzamos el Reussbrücke como si nos dirigiéramos de nuevo a la iglesia de los franciscanos pero giramos a la izquierda bordeando el río para encontrar el Museo de Historia Natural. Desde aquí cruzamos un puente muy similar al Kapellbrücke, es el Spreuerbrücke, casi contemporáneo del Kappelbrücke original, pero mejor conservado. Pasamos por él observando su techo, repleto de pinturas que ilustran la danza de la muerte. 


Es mediodía y empieza a llover. Nos refugiamos en una pizzería, en la Möhlenplatz y aprovechamos para comer.

La lluvia ha amainado y podemos retomar el paseo. Ahora, con la guía en la mano, callejeamos por las principales calles comerciales del casco antiguo buscando un monumento muy importante de la ciudad: el Löwendenkmal, un monumento de piedra con forma de león, esculpido en la montaña. El animal conmemora a los oficiales y hombres suizos que murieron por defender a Luis XVI y María Antonieta en el ataque al Palacio de las Tullerías en 1792.  El turismo se concentra frente al monumento, en el borde del estanque, para hacerse fotos con el león a sus espaldas.  Muy cerca, subiendo un tramo de escaleras, está el Gletschergarten (Jardín de los Glaciares),  un monumento natural, que es a la vez un parque y un museo, que nos muestra baches de la última glaciación hace 20.000 años. También tiene un laberinto de espejos “Alhambra” con 90 niveles. Para más información: http://www.gletschergarten.ch

Desde el Monumento del León, nos dirigimos hacia el lago. Por el camino nos encontramos con la Hofkirche (iglesia colegial), que antiguamente albergaba un monasterio benedictino y más tarde una fundación canónica. Paseamos por su camposanto interior, que era un antiguo cementerio italiano. Si el día acompañara, daríamos un paseo en barco pero con la lluvia y el frío no apetece mucho así que vamos a por el coche y nos despedimos de la bella ciudad de Lucerna.


Todavía es temprano y, de regreso a Colmar, nos detenemos en las ruinas romanas de Augusta Raurica. Las ruinas están en Augst, prácticamente en la frontera entre Suiza y Alemania, cerca de Basilea. Existe un museo de piezas encontradas en la zona y luego una sucesión de ruinas romanas diseminadas al aire libre. No entramos al museo y preferimos ver sólo las ruinas exteriores. 

Lo primero que descubrimos son los restos de un teatro romano, construido 50-75 años AC, (su reconstrucción ha durado 16 años y se reabrió al público en 2007), y hoy en día es el mejor conservado del norte del los Alpes. Frente a él, unas escaleras llevan a las ruinas de un antiguo templo. Caminando por un sendero de tierra que conduce a un bosquecillo encontramos paneles informativos de los edificios que se erigían en dicho espacio en época romana. En medio del bosquecillo aparecen los restos de lo que en su día fue anfiteatro romano, del que únicamente queda la arena, escenario de peleas de animales y combates de gladiadores, y los restos de la grada de piedra que alrededor del año 200 tenía una capacidad de hasta 8000 espectadores. Siguiendo por el camino y saliendo ya de la zona arbolada, llegamos a un prado donde están pastando una docena de vacas y, cual es nuestra sorpresa que, en medio del rebaño, se alza otra ruina. Un templo. Parece que las vacas no están muy interesadas en la historia y pastan alejadas de los restos arqueológicos.  Junto a las vacas también vemos una piara con cerdos revolcándose en su interior y  gallinas en su corral (junto a las ruinas vive un granjero, de ahí la presencia de tantos animales). El camino continúa bordeando el prado y el recorrido termina donde lo empezamos, en la entrada al museo. El recorrido por el recinto arqueológico continua por detrás del edificio del museo pero nosotros llegamos hasta aquí. El paseo al aire libre ha merecido la pena y es muy recomendable para ir con niños porque disfrutan mucho viendo los animales en su entorno natural.


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