Basilea y Mulhouse

El día de hoy lo de dedicamos al sur de la región de Alsacia. 
Empezamos por Basilea, situada  a unos 70 km  por autovía. Hemos de repostar en Francia porque en las gasolineras suizas es mucho más caro y la forma de pago es mediante tarjeta de crédito, de la que carecemos. Salimos un par de salidas antes de Basilea, buscamos una gasolinera y volvemos a la autopista ya con la tranquilidad de llevar el depósito lleno.



Localizada al noroeste de Suiza a orillas del río Rin, la ciudad limita tanto con Alemania como con Francia y posee el último puerto para la navegación fluvial por el Rin, pues en el curso superior del río están situadas las cataratas del Rin que constituyen un gran obstáculo para la navegación.

Debido a su ubicación geográfica central en Europa occidental y Europa central, respectivamente, tiene una importancia comercial particularmente importante y privilegiada y es la segunda economía más grande de Suiza después de la ciudad de Zurich.

En mi opinión, Basilea es una ciudad gris. El día está nublado y puede que contribuya a darme la impresión de ciudad industrial. Llegar al centro es difícil. Está mal señalizado y por casualidad dejamos el coche en un aparcamiento cubierto cercano al Mittlere Rheinbüche que conduce al casco antiguo.

Andando cruzamos este puente, el primero de la ciudad, tendido en 1225, y llegamos a la plaza del Mercado (Marktplatz), donde se eleva el Ayuntamiento (Rathaus), un edificio de ladrillo rojo. Su ala principal es de estilo gótico borgoñón, mientras que el ala del lado izquierdo y la torre del lado derecho fueron añadidos en el siglo XIX.  El centro de la fachada está decorado con un gran reloj (1511-12), con las figuras de la Virgen, el emperador Enrique II y su esposa Cunegunda.


Desde el Ayuntamiento nos metemos en un pequeño callejón que nos conduce hacia la impresionante Catedral (Münster) de arenisca roja del siglo XIII, pero reconstruida en 1356 tras un devastador terremoto. En su interior visitamos la tumba del conocido filósofo y humanista Erasmo de Rotterdam, una de las personalidades más destacadas del Renacimiento.  Detrás de la catedral hay un mirador (Pfalz) desde el que se puede contemplar una buena panorámica del Rhin y de toda la zona de Kleinbasel, la parte industrial de la ciudad.

Són casi las doce. Buscamos un kebab para comer y seguimos callejeando por la céntrica zona comercial.

Vista Basilea, dejamos Suiza y entramos de nuevo en Francia. La siguiente parada es la ciudad de Mulhouse, de la que no tengo gran cosa que decir porque dimos un corto paseo. Aparcamos en un parking y recorrimos su centro comercial. Destacar el Ayuntamiento, que data del Renacimiento, su Museo Histórico, el templo protestante de Saint-Etienne, la plaza de la Reunión, y las calles peatonales del centro histórico. 

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