Orilla norte del Lago Leman: Nyon, Lausanne y Castillo de Chillon


Hoy nos levantamos con la intención de visitar las principales ciudades de la orilla suiza del lago Leman. Cómo siempre nos levantamos temprano y subimos al coche rumbo norte hacia Ginebra. Cruzamos la frontera suiza y seguimos por la autopista hasta ver el desvío hacia Nyon, nuestra primera parada del día.


Nyon es un pequeño pueblo a orillas del lago cuyo mayor atractivo reside en su castillo medieval y en los restos arqueológicos de lo que en su día fue un anfiteatro romano, del que hoy sólo se conservan tres columnas. A los pies del castillo hay un gran parque lleno de flores por el que damos un agradable paseo hasta llegar de nuevo al pequeño puerto deportivo. La visita no da para más así que decidimos continuar con la excursión costeando el lago hacia Lausanne, la siguiente ciudad y una de las más importantes de Suiza que alberga, entre otros organismos, la sede del Comité Olímpico Internacional (COI) y el Museo de los Juegos Olímpicos, donde está encendida de manera permanente la llama olímpica.

Llegamos a Lausanne sobre el mediodía y buscamos un lugar donde estacionar el coche en zona azul. La ciudad está sobre una colina y para poder llegar a orillas del lago hay que bajar una pendiente bastante pronunciada. Bajamos caminando por la avenida de Ouchy y apenas encontramos gente. Una vez junto al lago buscamos la oficina de turismo, muy fácil de localizar, y preguntamos por el Museo Olímpico. La chica nos indica que nos encontramos muy cerca y hacia allí nos dirigimos.

El Museo Olímpico cuenta con unos amplios jardines que preceden al edificio. Justo en la entrada se encuentra, a mano izquierda, la llama olímpica, siempre encendida, y un par de series de columnas donde están grabadas las fechas y los lugares donde se han celebrado los juegos olímpicos  a lo largo de su historia. En una columna los juegos de verano y en otra los de invierno. También hay dispuestas varias esculturas de atletas de bronce dando la bienvenida al visitante.


Una vez en el interior del edificio, alquilamos una audio-guía e iniciamos el recorrido por las diferentes estancias del museo. La parte más interesante se encuentra en la planta baja dónde están expuestas las diferentes llamas que han viajado por todo el mundo cada una de las olimpiadas, se nos explica la historia de los Juegos Olímpicos y la de su creador, Pierre de Cubertine mediante material de archivo y exposiciones multimedia. La primera planta, sin embargo, es decepcionante. En ella hay varias salas con todos los deportes y su equipamiento correspondiente. En la última planta se ubica el restaurante. Muy conocido por su magnífica cocina, que no llegamos a saborear.

Tras salir del Museo Olímpico, nuestra próxima parada es el centro histórico de Lausanne. Para ello volvemos junto a la oficina de Turismo, frente a la cual está la parada de Metro que asciende a la ciudad más comercial. Un metro pequeño pero moderno donde destaca el civismo de los ciudadanos. La entrada está abierta. No existe ninguna barrera donde validar el ticket. Sólo unas máquinas expendedoras de billetes. Ningún guardia de seguridad a la vista. Sin embargo nadie se cuela. Todos los viajeros pagan su ticket y esperan en el andén. Un ejemplo de civismo.

Una iglesia es el primer edificio que vemos en el casco antiguo. Es la Basílica de Saint François. Junto a ella se encuentra el centro comercial de la ciudad lleno de pequeñas callejuelas repletas de franquicias internacionales de moda.  Y en lo alto de una colina, se divisa la Catedral.  Compramos un par de bocadillos y comemos apoyados en la fuente que se encuentra en la enorme plaza de la Riponne. A nuestro lado tenemos las escaleras que nos llevan a la Catedral de Notre-Dame. Sin embargo, preferimos deshacer el camino y volver al coche. Todavía nos quedan lugares que ver.

Salimos de Lausanne y continuamos bordeando la costa norte del lago Lemán. Junto a la carretera, centenares de viñedos miran desde sus balcones hacia el lago. El paisaje hace el viaje agradable y pronto pasamos por la ciudad medieval de Vevey, sede de la empresa alimentaria de Nestlé, situada junto a la carretera. Continuamos hasta nuestro último destino de la jornada: Montreux y el Château de Chillon.


Montreaux es como otra ciudad costera con su paseo marítimo y sus zonas azules de aparcamiento. Justo pasar el pueblo encontramos a mano derecha un castillo oculto entre árboles y bañado por el lago. No cuenta con zona de aparcamiento propia así que los coches aparcan en los laterales de la carretera para poder acceder caminando hasta él. Hacemos lo propio y llegamos a la entrada.

El Castillo de Chillon es uno de los castillos más fascinantes de Europa. Declarado Monumento Histórico, está situado en un emplazamiento natural único, y sus estancias han inspirado a grandes nombres de la literatura como Jean-Jacques Rousseau, Víctor Hugo y Lord Byron. Fortificado por los condes de Saboya y ocupado por Berna en 1536, constituye el principal atractivo de la ciudad.

No es muy tarde, son las 17:30. Sin embargo hemos de volver al coche porque nos espera un largo camino de regreso a Annecy. Bordeamos de nuevo el lago por su orilla norte y llegamos en unas dos horas. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario